Soy nacido y criado en Puente Alto, no recuerdo las veces que me estremecido la vista de la cordillera nevada o el aliento cálido del viento raco o cuando era un niño elevar volantines como si mi propia alma estuviera unida a ese pedazo de papel.
En la adolescencia las fiestas de la primavera o los primeros besos robados en la pagoda de la plaza, en fin toda una vida.
Aun recuerdo a mis hijas comiendo helado en la plaza o cuando niño las tardes de cine en la galucha del Nacional o cuando las monedas alcanzaban para el Cine Plaza. En la época donde casi todos éramos conocidos.
¡Cuanta nostalgia!, ahora mi Puente Alto es impersonal, enajenado por la droga, y agónico de de falta de amor fraternal entre extraños que le han robado su alma y sin empatía por el sufrimiento ajeno.
Aunque soy apolítico, me gustaría que una autoridad de cualquier color que fuera. Tratara de recuperar ese viejo y cálido brillo que tuvo la comuna décadas atrás.
Julio Olivos, vecino de Puente Alto
Editado por: Equipo Diario Comunitario
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